sábado, 20 de junio de 2009

El imperio de lo efímero.

Por: El Zángano Redentor.

Antes de que Lipovetsky escribiera El Imperio de lo efímero los teóricos sociales no habían posado su mirada en el fenómeno de la moda bajo una óptica posmoderna; el problema había sido tratado bajo una perspectiva marxista, donde la moda era utilizada para explicar diversas estructuras de poder, así como para relatar, desde una representación textil, la simbología de superioridad utilizada por la burguesía como forma de distinción ante el vulgo.
En contraparte a ello, este académico francés dedicó años de investigación al estudio del fenómeno moda (exclusivo de la cultura occidental), obteniendo como resultado toda una teoría social de corte posmoderno, donde la moda es explicada desde sus orígenes (allá por el final de la edad media), su institucionalización en el París de los años 20 a través de la Alta Costura, su democratización como parte de la avalancha del proyecto moderno y su estancia hipermoderna, lugar en el que existe no sólo en lo referente a la vestimenta, sino más bien como una estructura autosustentable, un circuito inmiscuido que rige las prácticas culturales occidentales más cotidianas, así como las grandes estructuras sociales (medios de comunicación, publicidad, producción y consumo de objetos, los cambios ideológicos y sociales); un perímetro hegemónico que va de la mano con el sentir y vivir de los tiempos actuales, donde todo gira alrededor del individuo y cuya principal característica es una tradición de ruptura, de cambio, de búsqueda continua de la innovación; escenario social en el que lo único continuo es lo discontinuo y el pasado, anteriormente glorificado, es motivo de olvido. La atención se enfoca, de manera total, en el presente, en el aquí y ahora.
Para este galo la explicación de la moda como un sistema que vive gracias al consumo competitivo y a la búsqueda de la diferenciación de clases, ha sido superada por el escenario posmoderno: ahora el circuito moda es gobernado por el espíritu hedonista de los individuos, la mirada del otro es cada vez menos trascendente y lo importante es la satisfacción de narciso(yo), el placer adquirido a través del los bienes y productos más nuevos; una sociedad que vive expuesta, de manera continua, a la máxima de la seducción y vive obsesionada con el diseño de la imagen y las innovaciones tecnológicas.
Desde mi perspectiva lo planteado por Lipovetsky es cierto (en gran parte por la grande y convincente maquinaria teórica que plantea) y no sólo en el ámbito de la industria textil, la cual goza de dos temporadas anuales, concuerdo también con el escenario social-mercantil-ideológico que propone; vivimos en una época donde la moda se ha instalado como un imperio que rige las directrices centrales de nuestra cultura. Es curioso como tendemos a trivializar el concepto de moda, trivialización que proviene, tal vez, de lo inmiscuido que está este circuito en nuestras vidas diarias, de lo asentado que está en lo cotidiano, volviendo invisible el impacto real que este fenómeno ha traído a la organización de las sociedades occidentales actuales, impacto que, con gran agudeza, Lipovetsky nos relata en este texto indispensable para entender la complejísima y naturalmente contradictoria vida del tiempo en el que vivimos.
Diagnóstico de un fenómeno de total trascendencia para los tiempos actuales que, lejos de ser apocalíptico, es propuesto como un motor para la revitalización de las democracias y la adquisición de autonomía en los individuos. Brillante.




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